No es sólo una cuestión de economía doméstica. Aprovechar al máximo los alimentos y emplear de forma responsable los productos de limpieza, contribuye a mejorar el medio ambiente y, por lo tanto, nuestra calidad de vida.
Pan:
La consistencia de este alimento, si no se consume el mismo día que se adquiere, es posible que se vuelva dura o gomosa. Para que esté crujiente, y no tengamos que desecharlo, salpicarlo con agua y llevarlo a horno caliente durante 10 minutos.
Mostaza:
Con el uso diario, suele suceder que se seca en el envase, porque no se cierra en forma adecuada. Para poder consumirla, se aconseja agregarle 2 cucharaditas de aceite de oliva, vinagre y una pizca de sal.
Huevo:
A veces se tiene que emplear la clara para una receta, y sobra la yema. Una forma de aprovecharla, es guardándola en el congelador, dentro de una cubetera. Cuando hagamos un rebozado, no tenemos más que descongelarla y estará lista para ser usada.
Jabones y detergentes en gel:
cuando queda un poco de producto al final del envase, se le puede añadir un poco de agua. Antes de usar, agitar enérgicamente para que ambos componentes se mezclen.
Leche:
Si se va a calentar, para que no sobre, llenar primeramente la taza o vaso que se va a utilizar y, luego, verterla al recipiente que se llevará al fuego.
Detergente:
Es sabido que su uso indiscriminado contamina las aguas. Una buena forma de disminuir las cantidades, es enjuagando la vajilla con un chorro de vinagre.
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